jueves, 9 de julio de 2020

MacBeth Salinas o El famoso flautista

¡Blog, deja de hacer tonterías! 
La intención es conectar con ¿Por qué Guerrero? 2 y clarificarlo. Busco en quiénes está el Matías Monteagudo que se vuelve carnalmente eterno tras su conspiración. Los Salinas de Hamelin pertenecen a ese casta.

Yo era el de Islas cuando a Carlos Salinas de Gortari le faltaban dos años para estudiar en mi misma, más o menos pequeña Escuela, y su hermano Raúl asistía ya a la Facultad de enfrente, digamos, pues entremedio estaban los anchurosos jardínes que hacían latinoamericamente famoso a nuestro "campus" universitario. 
Como no entré más al edificio y esperar a Ana o echarme dominós y cascaritas futboleras rematando en tragos, o ser anexo de Cazagringas, Similares y Conexos, creaba un mundo caprichoso, jamás vi a los tales ni nadie tuvo a bien mencionármelos.  
Perdí, entonces, la oportunidad de otear al MacBeth que juntos componían, creo, pues cada uno por su lado dan apenas para comedia musical off, off Broadway, me temo.
Bromas aparte, aclaro que los nombro como el escocés por mi pobre conocimiento sobre la corte shakespereana, incapaz de hallar al personaje justo.
En cualquier caso mi intención es sugerir cuán fácil resulta convertirse en histórico maldito si se vive en una población de Baja Sajonia
hacia el año 1284. Basta así tocar la flauta, dirigiendo al auditorio hacía el recinto y no fuera.
¿Quiere usted o uno de sus amigos, por ejemplo, que muera quien nombró para sucederlo como Presidente? Basta chiflar y una gigantesca pirámide humana cumplirá sus deseos inmediata mismo, según el lenguaje callejero. Adjetivo a lo grueso porque eso significa dar pie a cincuenta, cien o doscientos individuos, imposible saber, que envidiarán miles y miles de trepadores dispuestos a todo y en posiciones a propósito. 
Hay material a pasto para entrever los hechos, incluidos ciento setenta y cuatro tomos de expediente judicial. 
La primera investigación aseguró que hubo cinco personas involucradas, inmediata, directamente, en el acto mismo. Cuatro pertenecían a diversos servicios oficiales para cuidar a ese hombre, cuya custodía debería ser, ni más ni menos, el grupo militar de élite bajo mando presidencial. 
Seis, diez, doce, no recuerdo cuántos grupos especializados tendrían que ocuparse. ¿Se puede silenciar a tantos? ¿Y porqué circula un dicho sin aparente sustento sobre la intervención del "cártel preferido del régimen"?
Cambien la página, nietos, y encontrarán al sexenio siguiente, protagonizado en términos críminales por Raúl, "hermano incómodo", donde muere hasta el apuntador.
Perdón, se me olvidaba. Antes asesinaron al ex cuñado de ambos. 
Qué bonita familia, ¿no?
Otra vez haiga sido como haiga sido, a cada paso los Salinas encontraron de sobra quien cumpliera sus deseos.
En comparación MacBeth la tuvo mucho más dura y salió mal librado. El Flautista de Hamelín, se rumora, anda aún por ahí.
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Desde que nació, México fue fácil para quien desde el poder quería deshacerse de problemas, así los creara él y encarnaran en sus compadres sin ellos saberlo, según pienso debe interpretrase al Colosio objeto de la más vil traición. 
Luego se diría que este abnegadísimo salinista anunció dar un giro de timón al régimen y por ello lo liquidaron. 
Para ese momento yo trabajaba en un noticiero televisivo y me extrañaba que a lo súbito y por pertenecer a la fuente que cubría la gira colosista, los reporteros no pelearan más como perros rabiosos. 
Todo estaba terriblemente organizado en aquellas rutas para vítores y solicitud de favores. Sin faltar el generoso chayo a los periodistas, las comidas y transportes. Mítines desangelados esparaban al próximo seguro presidente, quien según viejas normas debía gozar ya de tanto o mas poder que el todavía mandatario. 
Su hasta hace poco competidor con ventaja, un tal Camacho, atraía todos los reflectores negociando por iniciativa propia, al principio, con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, recién levantado en armas. 
Ese hombre, mucho más hábil concertador que Colosio, estuvo seguro de ser el bueno en la rifa y quizá no resultó así por su espíritu aperturista, entre una agresiva, semisoterrada pugna general priísta (de PRI) que alcanzó su climax meses atrás, cuando el gran policía nacional, cuya presencia trascendía sexenios gubernamentales, renunció.
Éste sin duda dio "empujoncitos" a lo que no quedó por si solo patas arriba. En tal clima hasta las normas de la anormalidad salieron sobrando. Si ayer ordenar asesinatos costaba veinte centavos, hoy se conseguía gratis o por solicitud de los sicarios.