sábado, 4 de julio de 2020

¿Por qué Guerrero? 2

Necesita evitar saltos sin justificación. Se ayuda ahora con MacBeth Salinas o El famoso flautista, pues busco en quiénes está el Matías Monteagudo que se vuelve carnalmente eterno tras su conspiración. Los Salinas de Hamelin pertenecen a ese casta.

...los traigo de aquí para allá en espacio y tiempo y me refiero a historias todavía ocultas a ustedes. Corregiré, volviendo a Monteagudo y su indirecto y muy contundente nexo con Guerrero como región, aunque ésta todavía no se llamara así ni constituyera una entidad propia; Sur, le decían, englobándola con zonas próximas.
Iturbide se acerca a Iguala desde la ciudad de México, donde Monteagudo y sus amigos le dieron una encomienda. Va para combatir la resistencia independentista dirigida por Vicente Guerrero y como casualmente cumple un segundo encargo: proteger recuas de mulas donde se llevan reales, moneda oficial contemporánea, en enormes cantidades, para comprar los riquísimos productos traídos año tras año por la Nao de China. 
Sus dueños no tenían intención alguna de arriesgar tan cuantiosos capitales hasta que uno, Juan José Espinosa de los Monteros, los convence apoyado sin duda por don Matías, a quien tiene como guía espiritual y político. 
Sin duda, matizo, pues La conspiración de La Profesa se guardará muy mucho en conservar documento alguno sobre sus juntas y decisiones. 
Me dentengo para trasladarnos a ese espléndido templo cuando en 2012 un famoso cómico de Televisa celebra allí su boda, que hará época.  
Asiste a ella cuanta familia mexicana se precie. Monteagudo los vela, como si por dos siglos hubiera heredado el secreto que emplea al dar órdenes a Iturbide y Espinosa.
Doy otro salto atrás para ubicarnos bien a bien.

En febrero de 1818 quien observa de lejos puede pensar que del movimiento iniciado por Hidalgo y Morelos no hay ya sino un eco en agonía, y que la independencia no llegará. Pero la conmoción fue de dimensiones monumentales y el impulso general de Europa y los grandes sucesos en España siguen obrando a favor del cambio en estas tierras.

El edificio colonial creado durante casi tres siglos por la monarquía y la Iglesia católica está mellado sin remedio. Es así a pesar de cuanto cree lo alto de la pirámide virreinal, que se aferra al pasado. Su terquedad no estima como debe incluso las proporciones de la descomposición interna, representada quizás sobre todo por esa suerte de despóticos señores de la guerra en los cuales se convirtieron muchos militares realistas.
Iturbide es uno de ellos y cayó en desgracia seguramente por la proximidad al centro virreinal y sus trapacerías cometidas contra quienes no debía: los grandes mineros y hacendados del Bajío, que pertenecen al más selecto nucleo.
Aun así tiene poderosos amigos y admiradores incluso entre éstos y si va al tribunal y le quitan el mando, conserva su grado en una suerte de retiro que aprovecha para volverse nuestro gran figurín cortesano. 
Enamora así a quien "bien vale una misa", diría Napoleón si fuera novohispano: la Güera Rodríguez, bellísima mujer, aseguran, que para los libros quedará ligada al independentismo subcontinental y el desparpajo nobiliario -se la acusó de herejía, sin llegar a juicio, por supuestos lazos con Hidalgo; fue amante del Bolivar adolescente y puso otros justicieros cuernos a consecutivos, ricos esposos, para representar así algo como un feminismo entre alcurnias.
Juntos montan épicos salones y fiestas coloniales en nuestra gran ciudad, cuyos picaros secretos él tal vez relata a don Matías, al cual tiene por confidente y fue decisivo en su libramiento del trance inquisitorial.
Esperen, nietos, seamos prudentes con esos años pues escribí un libro al respecto y temo liarnos. Se los resumiré en tres líneas.
Iturbide consumará la independencencia "mexicana" que combatió como fiera. Lo hará sin dar batallas reglamentarias sino por
excepción, gracias a giros o neutralidades inauditos de otros comandantes, entre quienes hacia el final estará Santa Anna versión juvenil, versado en tramoyas merced a su primer mentor, Arrendondo, capo de capos entre los militares-caudillos y caciques con historias parecidas al próximo Agustín I, a quien les hago seguir y usa los gruesos capitales que custodia hacia Acapulco, como si fueran el presupuesto para la campaña.
Don Matías y compañía no desaparecen de escena, según se pretende, cuando ese su paniaguado simule traicionarlos y lo haga solo a ratos por ambición sin cotos. Resurgirán tal cual o a través de nuevos testaferros cuando estas tierras decidan cortar con la España regida ahora por una monarquía constitucionalista, que enferma al rey y a San Matías y semejantes, nohovispanos y peninsulares. 
Y los traicionará, sí, metiendo la pata pues posibilitará la reacción que Vicente Guerrero considera al asociarse al Plan de Iguala, bandera iturbidista dictada en más o en menos desde La Profesa. 
Si fuera enteramente fiel al inquisidor, a Espinosa de los Monteros, etcetera, la Nueva España habría vuelto a dominio real una vez que el absolutismo europeo liberara a Fernando VII.
¿No quedó claro? Para dudas consulten
https://brigadaparaleerenlibertad.com/libro/azcapotzalco-1821.