viernes, 27 de octubre de 2017

Coyunturas

El nuestro es un paseo, nietos, y no sé si por quijositosis, ese mal que padezco o gozo, cómo precisar, eché aquí un discurso y sobre momentos que caben y no en la Red de agujeros, país real bajo la falsa Suave patria  donde dicen nacimos. Hasta hay título, miren nada más: Coyunturas. Puf. 
La última vez, según recuerdo, el Sur que en otro cuaderno se nos vuelve "geografía profunda", seguía reduciéndose a las agrestes tierras por cuya costa termino mis días cumpliéndome, pues así me soñé sin entenderlo bien a bien, desde cuando niño intentaba descifrar los cantos de Felícitas.
En fin, si yo quería esto y aquello, sale sobrando ahora y casi siempre entre viajes que ordenó la Corte de medianoche -disculpen el desvío: nos reubico-. En ellos somos pasado y también presente que hoy promete explotar o empezó ya, más de un año atrás, para culminar en lo que no puede preverse, si bien tenemos algunas ideas al respecto, ¿no?
En lo que va del año, por estos lugares se produjeron mil novecientos "homicidios dolosos", según llaman a los vinculados a  mafias o empresas criminales, es igual. Así seguro superarán al peor momento antes, no hace mucho -uy, ahora parece que andamos en La casa del horror, el último cuaderno de nuestra serie, tentándome a recordar 2002 y por ahí, cuando murió Digna Ochoa y defensores de derechos humanos que todavía viven por aquí y Carlos Montemayor, el gran escritor, etcétera.  
Mi compadre Agustín no puede aparecer ahora, como en el resto del paseo, y voy solo a la pequeña ciudad que vio nacer al cabrón dibujado como héroe, cuya apellido le dieron: de Álvarez. Llego en cuerpo y alma y no en la fantasmal forma acostumbrada, y pregunto por el vado donde empezamos: Aguas Blancas. Cien kilómetros al sur está la ranchería que también de cuerpo presente visité tras una masacre que a su modo continuaba esa del vado. 
Ahora no soy un extraño a secas, sino el recién llegado para quedarse, y los asesinatos, secuestros, fosas comunes que infestan las regiónes próximas, se atenuán, si bien aquí al lado, por Coyuca -vean el mapa que pusimos casi al comenzar, para ubicarse-, andan muy mal.
Me trajeron Marquitos y Porfirio, quienes viven en el puerto de la muerte.
LO QUE CONTINUA HAY QUE REHACERLO, E Y S.                 
      




México entra en su coyuntura quizá más importante en décadas, escribo para un diagnóstico, y no sé cómo se relaciona eso con la investigación que hago sobre el cardenismo. 
Nuestro presente recuerda los fines del porfiriato por la desesperación ante las clases en el poder, cuyo despotismo exhacerbado coincide con su absoluta incapacidad para detenerse a sí mismos. O lo supera, contemplando los niveles de corrupción, relación con el crimen organizado, asesinatos, desparaciones forzadas, feminicios, descaro discursivo.
Vivir la única etapa de Estado benefactor me hizo creer que el capitalismo no volvería a las brutales etapas anteriores, cuando planteariamente atravesábamos una tan abusiva como cualquiera: Vietnam, operación Condor, cuñas para destruir el Medio Oriente, guerra armamentista sin precedentes, alcanzado más allá de la tierra. 
Cuando el neoliberalismo se expandió vinieron viejas remembranzas coloniales y algo quizá peor. Cierto, nada superaría jamás lo hecho en América y el África negra de 1492 a los años mil setencientos, e ingleses y franceses acometiendo Asía poco después y las Guerras Mundiales con el fascismo al frente eran barbarie pura, y si eso apenas podían meterse en la cabeza, Bosnia, Somalia, Irak, un nuevo régimen laboral acabando conquistas hechas durante siglo y medio, el planeta yéndose literalmente a la mierda, anunciaban sin más el apocalipsis.
Contemplar el cardenismo devuelve a un periodo más laxo, se diría, que en apariencia no dejó mensajes para hoy. Desde luego uno está dispuesto a forzar la memoria, cuadrándolo todo. Entonces pienso en el gran suceso al cual me acerqué durante los tres años pasados, como representación inigualable de resistencia: el magisterial-popular y sus cuatro y media virtuales APPOs. 
Cuando en 2012 un historiador que nuestros talleres invitaron, enfebrecido por los jóvenes del Yosoy132 y animando su afán para encontrar virtudes solo en lo nuevo, que casaran con nuestro 68 estudiantil, habló despectivamente de la CNTE por "vieja", probó cuán poco entendía al país. Aquélla y los compañeros de lucha alrededor suyo desde mayo siguiente, resultan inexplicables sin el sexenio cardenista.
-¿Con el libro quieres mandar un mensaje a López Obrador? -preguntaron.
-Ni me pelaría ni me interesa. El líder de Morena no tiene que ver con el Tata y las organizaciones sociales le importan, si acaso, como clientela. Y el cardenismo, según lo interpreto, es un movimiento, propiciado por un general presidente, sí, y movimiento al fin y al cabo. Que escuchen las bases morenistas, en cambio, resultaría muy interesante.
La coyuntura iniciada en diciembre pasado, por fuerza zigzaguea y seguro se profundizará conforme pasen los meses, hasta julio próximo y después, gané o no AMLO, le reconozcan el triunfo o comentan fraude otra vez. El movimiento es la cuestión, creo.
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Hablo en primera persona para relativizar el conocimiento, desde la perspectiva que tiene un cuadro del movimiento social mexicano. 
Hoy vi una síntesís de lo que bien o mal llaman "La mayor confrontación intelectual del siglo XX", entre Michel Foucault y Noam Chomsky.  
Ojalá hubiera y circularan muchos videos así, que en potencia ponen al alcance de todos discusiones a las cuales usualmente tenían acceso muy pocos. De hecho ese debate se produjo en circunstancias inéditas hasta muy poco antes, pues fue televisado.
Con frecuencia desespero por el pobrísimo uso que damos a miles de conferencias, mesas redondas, seminarios, grabados y en la red. Durante plena virtualidad los más seguimos privilegiando lo presencial y si militantes regionales hacen conciencia de sus limitaciones y proponen un curso para formarse, desdeñan la oferta de tenerlo a distancia y más, claro, recibirlo en parte empleando videos que otros pueden ayudarlos a comprender bien a bien, si hubiera necesidad. ¿Cuánto habrían entendido del tú a tú entre esos dos pensadores cumbre para los nuevos tiempos? ¿Habría que empezar preguntándose cuánto asimilé yo, posible intermediario?
El conocimiento y su difusión son grandes temas historiográficos, dice quien no pertenece a la academia y se afilia a la corriente de historiares en origen periodistas, escritores, filósofos, militantes: Enzensberger, Walsh, Kapuscinsky y demás.
¿A quién hablo?, debería ser la primera pregunta para ellos, y no preciso si se la plantean correctamente. 
Cuando aprovechando una revolución cinentífico-tecnológica, en los años 1970 Chosmky, Foucault y demás renovaban el pensamiento, empezó a investigarse con mayor seriedad la adquisición de la lengua escrita. Conozco el tema accidentalmente, por un trabajo que me encargaron, y hoy no escucharon todavía de él sino pequeños círculos porfesionalizados en fomentar la lectura, por cierto con pobres logros gracias a las posmodernas políticas estatales.
En el mundo grandes sectores antes iletrados se acercan a una literatura que expandió también su producción, buena, mala o regular, y, como siempre, quien tiene más saliva publicitaria traga más pinole lector, refundando la ancestral pirámide. 
A nuestra acádemia no solo le tiene sin cuidado a cuántos llegan sus investigaciones, sino que, creyendo a Lorenzo Meyer, evitan al peladaje, incluidas clases medias sin pedigree, en este caso como historiadores.
El Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana editó tres gruesos volúmenes sobre el cardenismo, pidiendo textos a especialistas y algunos nombres prestigiados. Si por supuesto merecen la pena, distan muchísimo de ser un buen acercamiento al periodo.
Dos trabajos resultaron imprescindibles para el que hago: "El cardenismo/una utopía mexicana", de Adolfo Gilly, y "Los nuevos herederos de Zapata", de Armando Bartra. Éste valida mi punto de partida -no diré tesis, por no ser mamón, jeje- y el primero me ayuda en varios aspectos y al contemplar desde la óptica continental reforzó una pregunta que creí pertinente: salvada toda distancia, ¿el sexenio cardenista puede compararse con los regímenes populares andinos de siete y ocho décadas después?
Mal puedo esperar que AMLO haga caso a este humilde servidor, si plantea su candidatura invirtiendo los términos del Tata. Claro, hay un abismo entre los lugares desde donde uno y otro preparan su proyecto: Cárdenas como posible candidato del partido hegemónico y López Obrador con dos fraudes electorales a su espalda.    
los  
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