lunes, 29 de febrero de 2016

Desnudándonos

Jesús es otro amigo que investiga la historia. Como el resto de ellos habla a nombre del cambio social. En su mayoría se esfuerzan en demostrar que los caudillos insurgentes eran pueblo o respondían al pueblo. Jesús no y así valida a Armando.
Mis observaciones son también de paso, aunque estuve varios años hurgando. Sólo puedo afirmar que después los insurrectos vivos se volvieron una casta con propiedades, clientelas, armas. Sobre un momento culminante tres décadas luego, iniciado en la región donde andamos, escribí:
Florencio Villarreal fue oficial realista y llegó a la Costa Chica invitado por Nicolás Bravo, sobrino y colaborador de los tres hermanos lugartenientes de Morelos que sirvieron como Dios manda. Hoy Nicolás apuesta todo a los conservadores. El mismo camino ha hecho Tomás Moreno.
Sus tendencias políticas cambian, pues, según las circunstancias. Sólo Juan Álvarez se mantiene liberal, diciéndose heredero de Guerrero sin serlo bien a bien, creo, por convicción al parecer y por algo más: así ocupa un inmejorable espacio para que el bajo pueblo lo vea ratos como protector.
Ahora atrae a Villarreal, quien asola a las comunidades, y juntos lanzan una revuelta célebre en nuestra glorificada historia nacional. El último involucrado en ella no es un cacique como los demás. Se llama Ignacio Comonfort y ganó fama reprimiendo a la rebelión indígena más terca en estos lados.